martes, 18 de octubre de 2011

Debate enriquecedor sobre la defensa de las ideas



Hace unos días, dos sabios, Ignacio García Juliá y José Luis Amat, Director General del Foro Español de la Familia el primero y Delegado territorial del mismo Foro en Granada el segundo, mantuvieron un interesante debate cibernético respecto al contenido de la reunión que José Luis tuvo con un Concejal del Ayuntamiento de la capital granadina. La frase que originó la polémica fue lo que dijo el concejal al acabar:

“Veo lógico que si un colectivo homosexual puede dar conferencias en los colegios públicos, que el Foro tenga los mismos derechos”.

Comenta Ignacio, hablando de la actitud del FEF en defensa de sus ideas:

«Este planteamiento/justificación es erróneo. Nosotros debemos dejar claro que la idea no es "si ellos lo hacen también nosotros", puesto que esto sería el ponernos en plano de igualdad, y no somos iguales. La diferencia fundamental es que nosotros "proponemos" y ellos, amparándose en una Ley y en la fuerza coercitiva de la misma, "imponen". Nosotros no mentimos, ellos mienten al hablar de "sexo seguro". Nosotros no confundimos, y ellos confunden a los jóvenes sobre la afectividad y la "diversidad" sexual. Nosotros presentamos informes neutrales y científicos, con datos contrastados, ellos se mueven en el mundo de los sentimientos y el victimismo. Nosotros nos dirigimos a la persona, ellos se dirigen al grupo para manipular a la persona. Nosotros nos dirigimos a los padres que son los que tienen el derecho y el deber de educar, ellos se dirigen al más débil, al alumno, que no tiene armas ni recursos para defenderse. En definitiva, es perverso el ponernos en un plano de igualdad con ellos.

Nuestras propuestas son valientes y honradas, y dejamos plena libertad a los padres para que las asuman o las rechacen. Esto nos da más valor para la formación de los chicos, y no tenemos que ponernos al mismo nivel que nadie.»

Pero en seguida responde José Luis:

«Hace tiempo, estuve yo en una jornada sobre Estado y laicidad en la Facultad de Derecho. Fueron ponentes Gregorio Peces Barba, Valls –el catedrático de derecho,  que dijo que había dos cosas que los ciudadanos no deberían conocer nunca: cómo se hacen las salchichas y las componendas para sacar adelante una Ley- Andrés Ollero y un tal Anguita –no el político- que fue en el tiempo de Felipe González el que llevaba la relación Iglesia Estado y a la vista de lo que estuvo diciendo y los gestos que hacía contra el hecho religioso, dejaba impresionado hasta el apuntador.

En la conferencia de Andrés Ollero, dijo que los laicistas tienen los mismos derechos que los católicos, los musulmanes, o los que sean, insistió: “los mismos”. Pero que no era admisible que los laicistas se arrogaran la exclusividad confesional y que  llegaran a decir que eran los únicos válidos, despreciando a los demás.

Permíteme que discrepe de lo tuyo, asumiendo mis limitaciones y mi punto de vista parcial. Estamos de acuerdo en todo, en las presiones que realizan el colectivo homosexual: Sin pegas, evidentemente. Pero claro, yo creo que si se establecen unas facilidades para algunos, -con independencia de su contenido y sean cual sean-, esas mismas facilidades las tengamos las demás y ejerzamos ese derecho, sobre todo si nuestra experiencia y nuestro éxito, amparan nuestra petición.

Es decir, yo creo que sí estamos en el mismo nivel, a la hora de impartir una formación, siempre que nuestras propuestas –y las suyas- tuvieran cabida en la Constitución, o en las leyes, -aunque quedaría en el aire, el ideario del colegio y la libre decisión de los padres- y aun estando nosotros  a años luz de las opiniones y las formas del colectivo homosexual. Y a lo mejor teniendo en cuenta que la conocida como Ley del matrimonio homosexual, está recurrida en el Constitucional.

Lo mismo estoy equivocado –no es de extrañar-. Por lo que pido ayuda para que alguien me aclare

A lo cual contesta Ignacio:

«Estamos cayendo, algunos sin darse cuenta, en un fenómeno muy perjudicial que se llama "tolerantismo", que no es otra cosa que la perversión de la tolerancia. Se confunde la tolerancia con la persona, a la que todos estamos llamados, con la tolerancia con el error.

No se puede tolerar el error, hay que combatirlo. Lo mismo que no podemos "tolerar el bien"; al bien hay "que buscarlo y quererlo" (Benigno). Poner en plano de igualdad el bien y el mal, el error y la verdad, es tolerantismo. El tolerantismo busca la equidistancia entre el bien y el mal y somete a nuestro juicio personal lo que es bueno o malo, condescendiendo con uno cuando conviene o con otro cuando nos viene bien.

El tolerantismo es un hijo o un subproducto del relativismo, que es el "pesticida del pensamiento humano". El tolerantismo se disfraza de tolerancia cuando le conviene, pero saca su aspecto más feroz de intolerancia cuando se le contradice, excluyendo todo aquel pensamiento que pueda hacerle frente o le combata.

Dices que "todos somos iguales", y eso no admite discusión ante Dios. Lo que no son iguales son las ideas, y las ideas tienen consecuencias. Yo no puedo conformarme con que a mi hijos los corrompan en una charla con la vana ilusión de que luego su madre y yo, en casa, trataremos de solucionar los errores vertidos. ¿No es más lógico, honrado y responsable que impidamos la primera corrupción de sus mentes?»

En ese momento, Fernando de Pablo, otro forero, interviene muy acertadamente:

«Iría más allá por empatizar con los políticos:

Un buen político debería buscar el bien de sus conciudadanos, en especial el de los más débiles. Ninguno va a defender que hace lo contrario.

La mayoría de los talleres de educación afectivo sexual, por ideologizados e inexactos, producen un daño cierto y grave en los menores, a parte de vulnerar su derecho a la verdad y los de sus padres.

Nosotros ofrecemos cursos veraces, científicamente contrastados y que suponen un bien para los alumnos cuyos padres libremente así lo quieran.

La pluralidad lineal está bien para las marcas de leche en el supermercado, de coches en los concesionarios y la oferta cultural, pero en educación, pluralidad con criterios científicos y respetando la verdad y los derechos de toda la comunidad educativa.

Y por último, todo político busca el rédito político, y lo que ofrecemos se puede vender muy bien como una correcta gestión pública, ya que la inmensa mayoría de los padres, (que son muchos más que los homosexualistas), lo que quieren es que sus hijos e hijas (lo siento, pero aquí la precisión sí que importa por desgracia en muchos casos) no hagan el idiota desde la más tierna infancia.»

Creo que se puede aprender mucho de esta intercambio de opiniones, sobre la verdad, el relativismo y la defensa, respetuosa siempre con la persona y con su dignidad, de las ideas propias.

sábado, 8 de octubre de 2011

La Intolerancia (I)




Tuve ocasión de asistir el pasado jueves a la presentación en Barbastro de un monumental ensayo sobre los mártires de nuestra guerra civil, del que es autor Martín Ibarra, reputado historiador y agudísimo descubridor de las razones que muchas veces subyacen detrás de los actos, y que al quedar ocultas impiden comprenderlos cabalmente. El título de la obra es: “La persecución religiosa en la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1941)”

La espléndida conferencia, que duró algo menos de una hora, consistió en una pormenorizada exégesis del libro, y en la siempre interesante historia, cuando es narrada en primera persona, de porqué el autor eligió este camino y no otro, porqué la obra tiene esta estructura y no otra, y cuáles son a su juicio, los matices cuyo conocimiento previo harán mucho más amena y enriquecedora la lectura del libro que nos es presentado.

En el extenso libro, editado en dos tomos, podemos encontrar innumerables ejemplos de personas de todo tipo, muchísimos laicos, que no dudan en ofrecer su vida por la fe en Cristo. Además, el doctor Ibarra nos da suficientes indicios para encontrar los motivos de porqué se llegó a esos extremos de crueldad, a ese exterminio premeditado de tantas personas por el solo motivo de su religión.

Pero lo que realmente hace imprescindible la lectura del libro de Martín Ibarra es que nos hace palmario el hecho de que es la intolerancia el origen de aquella orgía de odio y asesinatos. Veámoslo con un ejemplo:

Cita el autor las razones que tuvo el gobernador Civil de Huesca para prohibir todas las procesiones en la provincia, después de que, en la procesión del Carmen que salió de la parroquia de San Pedro el Viejo, un grupo de individuos intentara impedir su marcha:

“En evitación de que estos sucesos puedan repetirse en el futuro, quedará prohibida (…) toda manifestación pública religiosa que no esté previamente autorizada por este Gobierno, entendiendo que la vía pública, que es de todos, no debe ser interceptada por nadie ni molestados aquellos ciudadanos, que, no profesando el credo católico, tienen perfecto derecho a exigir de las autoridades que estas ostentaciones sean relegadas a los templos”.

A modo de excusa (en el sentido que encontramos en la correspondiente entrada del DRAE: Motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión) sigue diciendo el gobernador, en un descarado alarde de hipocresía, que él debe obligar a todos a que todos los cultos sean igualmente respetados, salvo aquellos que “como las procesiones, pretenden ser practicados en la vía pública y que (…) suponen un alarde de ostentación que puede herir los sentimientos de aquellos ciudadanos que profesen otro credo (…)”.

En definitiva, añade el autor del libro “no sólo no se detuvo a los alborotadores, sino que resultó la escusa perfecta para prohibir las procesiones”.

Todo esto estoy seguro de que nos suena hoy, en pleno siglo XXI, porque lo estamos viendo casi cada día. La progresía gobernante en varios países occidentales utiliza en numerosas ocasiones esa estúpida y falsa excusa del respeto al discrepante para tratar de limitar el libre ejercicio del derecho fundamental a la libertad de culto.

Recordemos que la Constitución Española establece en su artículo 10.2 que "Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”, por lo que debemos traer a colación el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.”

viernes, 7 de octubre de 2011

Steve Jobs y RedMadre




El recientemente fallecido Steve Jobs nació siendo lo que ahora se conoce como "un hijo no deseado". Pero nació, y eso es lo que importa. Su madre "biológica", como él la llamaba, lo dio en adopción, no truncando su vida en su seno, cosa que pudo haber hecho seguramente sin consecuencias demasiado desagradables para ella. Deseaba, según cuenta el propio Jobs, encontrar para su hijo unos padres universitarios, y los encontró, pero rechazaron al pequeño Steve porque, al parecer, preferían adoptar a una niña. Como no encontraron a tiempo otra pareja de ese nivel, fue entregado en adopción poco después de su nacimiento en San Francisco a un matrimonio de clase media, Paul y Clara Jobs, que se comprometieron a dar la oportunidad a su hijo de adopción de realizar estudios universitarios.


En definitiva, ante la perspectiva de convertirse en madre, y "complicarse" la vida, la mujer que engendró a Steve no decidió matarlo, sino entregarlo a personas que se hicieran cargo de él y le ofrecieran un futuro. ¡Qué cosa más lógica, y más humana!

Y si lo hizo a sí fue porque lo pudo hacer, porque cuando conoció su embarazo tuvo esa alternativa, le fue facilitada esa opción que le permitía conciliar su interés con el de su futuro hijo.

Hoy en día en España existe una organización, admirable en todos los sentidos, dedicada precisamente a eso, a dar a las mujeres embarazadas en delicada situación, una oportunidad diferente a la de deshacerse de la personita que llevan e su seno, quitándole la vida. Es la Fundación REDMADRE, que en toda España ofrece a las mujeres embarazadas la hermosísima posibilidad de llevar adelante su embarazo.

El ejemplo  que nos ofrece la biografía del genio de la informática, persona de gran influencia, nos permite ver en perspectiva la enorme aberración que supone el aborto intencionado, la eliminación de una vida humana cuando se encuentra en la situación en la que es más difícil defenderse. Y lo peor es que existen lugares en el mundo en que este crimen ("Acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien", DRAE) es considerado un "derecho" de la mujer gestante.

Nunca debemos olvidar que cada uno de nosotros es ahora exactamente la misma persona humana, el mismo ser, el mismo, que era a los pocos minutos de que los gametos de sus padres se fusionaran, y será esa misma persona hasta el momento mismo de su muerte. Y, pensándolo mejor, aún después.



sábado, 24 de septiembre de 2011

Una "progre" razonable

Hasta un "progre" puede apreciar un verdad, darse cuenta de que existe, como algo independiente de nuestra opinión. Desde luego, porque la fuerza de la verdad es superior a la cualquier terremoto, tsunami o la fuerza más irresistible que podamos concebir o imaginar, y aunque se pongan diques para contenerla o se intente disfrazar la mentira para hacerla pasar por verdad, el caso es que la Verdad triunfa siempre, más tarde o más temprano. Y la familia es la Verdad más profunda del ser humano. Fijáos en lo que acaba de escribir la Sra. Rahola:

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¡Viva la familia!

Pilar Rahola - La Vanguardia, 16 de septiembre 2011.


A veces la modernidad es muy antigua. Tanto que algunas ideas que en los tiempos del hipismo parecían lo más revolucionario, hoy suenan a oxidadas, a pura polilla. Sin embargo, mantener esos viejos esquemas que marcaron los ímpetus de las adolescencias inquietas, aún queda bien en algunos ambientes, hasta el punto que resulta sorprendente la resistencia que demuestran esos lugares comunes tan sudados. Por ejemplo, el tema de la familia.

Todos los que vivimos en los años de ‘L’orgia’ del Bellmunt llegamos a creer que íbamos a cargarnos esa venerable institución, como si nuestras ideas comunes improvisadas fueran instrumentos de relación humana más útiles. Al final todos esos atribulados progres nos casamos más de una vez, tuvimos hijos, nos convertimos en padres amantísimos y al final hemos acabado más emparejados que nuestros padres. Por supuesto hay de todo, que la botica permite todos los mejunjes, pero seamos sinceros: hemos vuelto a la familia. Ciertamente la hemos reinventado, y con el divorcio y la consolidación de derechos civiles, todos los modelos son posibles para conseguir lo fundamental, que el comedor de casa sea un territorio feliz. Pero más allá de los múltiples dibujos que permite el amor, lo cierto es que la familia es una institución sólida, útil y en la mayoría de casos magnífica. Y asegurar todo esto no nos define como carcas redomados, muy al contrario, lo redomadamente regresivo me parece afirmar lo contrario. Todo esto viene a cuento de la entrevista que la actriz Antonia San Juan dio ayer a Raquel Quelart en La Vanguardia, cuyo titular era explícito: “La familia como institución es decadente y no aporta nada al individuo”. Y añadía que “sólo enseña a ser drogadicto”. ¿Que qué? ¿Decadente?, ¿no aporta nada?, ¿drogadicto?

Pues lo lamento por Antonia, pero creo que sus declaraciones son lamentables. Primero, la familia no sólo no está en decadencia, sino que cada día nos casamos más y estamos más encantados de formar familias. Y segundo, decir que no aporta nada no sólo es incierto, sino que es triste. Lamento que a ella no le haya aportado nada. Pero a la mayoría de mortales la familia nos aporta la primera lección de la convivencia, nos da los instrumentos para avanzar en la vida, nos dota de un caudal de amor que nos refuerza y, cuando todo falla, nos recuerda que ahí está, como una red sólida que siempre nos acoge. La familia es una gran institución, auténtica escuela de la vida, el lugar donde refugiamos los miedos y compartimos los anhelos. Por supuesto, también puede ser una cárcel, pero eso no habla mal de la familia, sino de quienes la utilizan para destruir y destruirse. La visión de Antonia, pues, me parece un ejemplo de idea colgada en el tiempo, de parque jurásico del progresismo, de antigualla. No. La familia no es decadente. Lo que es decadente es no entender su enorme fuerza.

lunes, 25 de julio de 2011

Lenguaje políticamente ridículo (2)

La Real Academia de la Lengua ya ha advertido del disparate que supone esta forma de uso de nuestro idioma. En este sentido, invito a todos a leer a menudo la entrada "GÉNERO" del Diccionario Panhispánico de dudas. Yo tengo y uso la primera edición, de octubre de 2005. Pero puede encontrarse y manejarse entero en Internet. Os copio (las negritas son mías):

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2. Uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos

2.1. En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexosEl hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañíaConsecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexoLos hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Excélsior [Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas. Por otra parte, el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones artificiosas que contravienen las normas de la gramática: las y los ciudadanos.

2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.; → 2.1), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.
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El artículo es mucho más amplio, merece la pena leerlo entero. Si seguimos escribiendo como hasta ahora hacen los seguidores de esta jerga políticamente ridícula (basta "intentar" leer recientes textos legales, entre otros la reciente ley gallega de familia para darse cuenta) será imposible leer algo de la manera en que ha sido escrito.

Lenguaje políticamente ridículo

Asistimos en los últimos tiempos en España (y no sé si sucede lo mismo en el resto de países hispanohablantes) a un penoso espectáculo a la hora de escribir en el idioma español. La pretensión de la ideología de género de imponer lo que ellos denominan "lenguaje no sexista" está ganando terreno, y cada día tenemos la desventura de leer textos escritos en esta jerga, qué digo leer, mejor intentar leer, pues esa manera de retorcer nuestro idioma deviene en unos textos de casi imposible lectura y de  pésima dicción. El asunto va mucho más allá de una mera cuestión estilística (que de seguir así acabara convirtiendo al idioma de Cervantes en una herramienta inútil) , se trata de una insidiosa manipulación de la ideología de género, que trata de imponerse en todos los frentes, y en éste, el primero.

Mi querido -y sabio- amigo Vicente Morro ha publicado recientemente el artículo que copio a continuación, en el que, con buen humor, describe los límites del ridículo a los que estamos llegando en España:

 ¿Dónde están mis hijas?

Me temo que debo haberlas perdido en algún recodo de los caminos de la Historia. Igual que a mi mujer, a mis hermanas, a mis amigas. Me explico. Soy uno de esos recalcitrantes a los que no les parece bien hacer ideología de las cosas más importantes. Por eso tengo la costumbre, buena para mí y mala para los amantes del lenguaje políticamente correcto imbuido de ideología de género, de seguir en esto los dictados de la Real Academia Española.

El caso es que tengo tres hijos varones y dos hijas. Cuando hablo de ellos –y ellas, tendría que haber añadido ahora para ser lo que ya he confesado que detesto-, casi siempre para presumir y sentirme satisfecho, me “olvido” de las dos chicas, pues tengo la costumbre de decir que “mis hijos son estupendos” o que “mis hijos son un regalo extraordinario de Dios” o “a pesar de todos los problemas, que no son pocos, no cambiaría a uno sólo de mis hijos”. También me olvido de mi mujer –sólo a veces- cuando digo, por ejemplo, que “todos iremos a tal o cual sitio” o cuando digo “nosotros llegaremos tarde”. Tendría que decir, para no invisibilizarlas, “todos y todas iremos” o “nosotros y nosotras llegaremos tarde” (los que me conocen saben que aquí estoy siendo muy realista y que la culpa suele ser sólo mía por lo que el uso sólo del masculino está más que justificado).

Hace unas semanas asistimos a la boda de una de mis sobrinas –y, si Dios quiere, dentro de unos meses asistiremos a la de una de mis ahijadas-. A mi hermano, el padre de la novia, unos días antes le dije: “Al final podremos ir todos, pues los dos mayores han podido cambiar los turnos de trabajo”. Curiosamente entendió que íbamos siete y no sólo los cuatro varones, y eso que no dije “iremos todos y todas”.

Otro ejemplo: mi mujer, obviamente, es lo que más quiero –y lo mejor que me ha pasado en mi vida-. Cuando hablo de los dos tengo el ¿vicio? de decir “nosotros”. ¿Qué tendría que decir para ser correcto políticamente, moderno o solidario: nosotros y nosotras, ella y yo, los y las dos? ¿No es simplemente ridículo?

Perdonadme, todos y todas (lo digo por si quieren aplicarme con efectos anticipados la futura –espero que no- ley de igualdad de trato y no discriminación), por el tiempo que os he robado, pero no quería quedarme callado ante tanta estupidez ideológica que ofende el sentido común. Amo igual a mis hijas y a mis hijos (un poco menos que a mi mujer, lógicamente); aprecio lo mismo a mis amigas que a mis amigos; trato de ayudar igual a mis compañeros que a mis compañeras; quier o a mis hermanos, hermanas, sobrinas, sobrinos; pero no pienso hablar de todos y todas, ellos y ellas, unos y otras. Seguiré diciendo “todos” porque hablo con el corazón y con la cabeza al mismo tiempo, porque uso la razón, el sentido común y la lógica y no la ideología. Os quiero a todos.

jueves, 5 de mayo de 2011

"El País" y le educación diferenciada

Me ha gustado el artículo que copio a continuación, sorprendentemente publicado en "El País". Esto mismo lleva años diciéndolo Natalia López Moratalla, catedrática de la Universidad de Navarra:



ENTREVISTA: ANNE MOIR Neuróloga

"Se debe educar a ambos sexos de forma separada"

KERMAN ROMEO - Bilbao - 22/04/2011

La neuróloga inglesa Anne Moir extiende una mano y señala sus dedos índice y anular tienen el mismo tamaño, algo que, según apunta, se debe a la testosterona. En los hombres habitual que el dedo anular sea superior al índice, dado que tienen más testosterona, mujeres presentan un tamaño muy similar o, incluso, el índice sobrepasa al anular.

A Moir le fascina el estudio del cerebro y de las diferencias neurológicas entre los hombres y ellas, las mujeres, y ha configurado su tesis de que solo educando a ambos sexos por separado es posible el pleno desarrollo de las facultades de cada uno. Hace unos días expuso su tesis en el Palacio Euskaduna, en una conferencia organizada por la Federación de Asociaciones de Padres de Euskadi.

Pregunta. ¿Cuál es la principal diferencia entre los hombres y las mujeres?

Respuesta. Hay enormes diferencias en la configuración neuroquímica entre ambos sexos, en aquello que nos motiva y que capta nuestra atención. A los chicos les fascina asumir riesgos, como lanzarse en paracaídas. Pese a que siempre hay excepciones, una mujer se estresará más con el riesgo. El cerebro es muy plástico y, si no lo usas, lo pierdes. 

P. Aboga por educar de forma separada en los colegios a niños y niñas.

R. Si se desea reducir las diferencias entre chicos y chicas, se debe educar a ambos sexos de manera diferente. Si no, discriminaríamos negativamente a los hombres. Y es que, si no se aprende algo, se vuelve irrelevante. Uno se socializa cuando aprende, y simplemente por convivir no se pegan los conocimientos de los otros; las escuelas en las que se coeduca no se enseña, y puede ser contraproducente.

P. ¿En qué sentido?

R. Los chicos desarrollan la inteligencia emocional mucho más tarde que las mujeres y eso hace que éstas ignoren a los chicos de su misma edad y piensen que son estúpidos.  Tenemos que utilizar lo que sabemos sobre el cerebro. La socialización no se entrena. La evidencia sugiere que ahora mismo hay una enorme distracción sexual entre ambos.

P. ¿Maduran hombres y mujeres a distinta edad?

R. Se está forzando a hombres y mujeres a entrar en otro mundo antes de que sus cerebros que se desarrollen definitivamente. El cerebro de un hombre madura entre los 20 y los 25, y los de las mujeres son maduros a los 16 o 17 años. Opino que ese lento desarrollo determina que meter  adolescentes de ambos sexos en las mismas clases repercutirá negativamente en su desarrollo. Me gustaría que los colegios se organizasen de manera científica y pienso: ¿cómo enseñaremos mejor a los niños?

P. ¿Chocan sus ideas con los postulados feministas?

R. Si enseñas a un niño que su cerebro está organizado de una manera determinada lograrás sacar lo mejor de él. Si ignoras las diferencias, las acentuarás. Pondré un ejemplo. Los chicos se desarrollan la mucho más tarde que las chicas. La educación actual incide en la comunicación verbal, y  ese retraso les puede hacer sentirse desplazados por no poder seguir la clase. Las chicas tienen menor habilidad para apreciar las dimensiones espaciales. Si se ignora y no son educadas a otra velocidad en este aspecto serán menos proclives a las labores técnicas, y se acentuarán estereotipos como que las mujeres aparcan peor. 

Un año en la División Azul.

Transcribo a continuación el artículo que publiqué recientemente en el número 743, junio 2021, de la revista mensual BlauDivisión, Boletín d...